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Por la Dra. Mónica Katz.

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Las dietas no funcionan

Nos han convencido de que debemos ser de determinada manera, tener un peso especial, lucir perfectos, proporcionados y jóvenes, sin importar el costo que ello implique. Nos han convencido de que si seguimos la última dieta de hambre y nos matamos en el gimnasio con la última tecnología en aparatos, lo lograremos. Así es que perseguimos eternamente ese falso ideal. Nos han programado para comer un permitido a la semana; por lo tanto nos hemos programado para tomarlo, atracarnos con él como si fuera nuestra última cena y a sentir culpa por ello.

Nos hemos acostumbrado a comenzar cada lunes todo otra vez, pero para hacerla bien esta vez -a la dieta-, nos hemos programado para que la comida, la dieta y el peso ocupen el centro de nuestras vidas y nuestras decisiones. Somos esclavos de lo que debemos comer, estamos encadenados a verdades mentirosas que la pseudo-ciencia de algunos profesionales nos inculca.

"Nos hemos entrenado para mirar sólo el número mágico en la balanza y para colmo creemos que allí está el éxito."

Si comemos un trozo de torta deberemos ayunar mañana. Si bajamos lo que debíamos, para colmo, nos recompensamos con algo rico, pues nos merecemos ese premio por habernos portado bien. Pero nos prohibirnos, el resto de la semana, todos aquellos alimentos que preferimos. Y así, lo único que logramos es descontrolarnos con el tarro de galletitas que tenemos a mano.

Nos han entrenado para creer que el éxito radica en bajar mucho y rápido, y por eso nos convencimos de que los alimentos que nos gustan no pueden formar parte de nuestra dieta. Nos hemos entrenado, por lo tanto, para aceptar dietas mágicas y falsas promesas de descensos rápidos que no duran más allá de un corto tiempo durante el cual nuestra motivación para el sacrificio a cualquier precio se mantiene alta porque se casa nuestra hija o nos hemos separado, y debemos entrar nuevamente al mercado. Nos hemos entrenado para mirar sólo el número mágico en la balanza y para colmo creemos que allí está el éxito.

Un nuevo paradigma


Quizás tengamos que desprogramarnos de a poco para intentar ser sólo la mejor versión de uno mismo, lo que no es poco. Desprogramarnos de la mentalidad dietante es el primer paso para ganar control sobre nosotros mismos. Es el primer paso para sintonizar con las propias sensaciones corporales de hambre y saciedad. Para conectarnos con nuestras emociones. Para alcanzar el peso natural asociado a la mejor calidad de vida. Un peso razonable. Redescubrir el placer de la buena comida a la que tenemos derecho. Que la comida no es un premio: es un derecho y un placer básico. Redescubrir y aprender que si lo que hicimos hasta el momento no resultó ser un éxito, quizás no debemos intentar siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.

Para cambiar, lo primero que debemos intentar es eso: arriesgarnos a lo nuevo, a cambiar el modelo de hambre y aventurarnos a transitar progresivamente hacia una alimentación saludable y placentera que incluya todos los días de forma natural, lo que preferimos. Y mas que nada, sentirnos bien tal como somos hoy, para intentar ser, sin locuras ni presiones, la mejor versión de nosotros mismos de cuerpo y mente.